No sé como es que logran las azafatas
sonreír siempre
cuando atienden a perfectos desconocidos.
Me sorprenden,
los simulacros de afecto,
que se presentan en los comercios...
Alguna vez,
te he extrañado irremediablemente,
alguna vez quisiera que fueras como el sol a las 6 de la mañana..
y otras quisiera que fueras esa luna llena,
que llena la montaña,
e ilumina el corazón..
Ya ves... las sonrisas... fingidas o genuinas, van y vienen, vienen y van, se cuelan entre la gente, aparecen de repente, no sabemos dónde las vamos a encontrar...
ResponderEliminarUn abrazo. Ahora te sigo.
Nunca se sabe, es cierto.. Me alegra mucho que me sigas :) Abrazos!
ResponderEliminarLa figura de las sonrisas tristes. Las lejanías codo a codo. Voy leyendo y este es de los que más me van gustando. Maravilloso. Y como una de las armas blancas que menciona Benedetti.
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