domingo, 17 de abril de 2011

Desamor


Abril me recuerda el desamor, y quería escribirle a eso, porque el desamor es como la gubia para la madera, nos transforma. Y escribo sobre este sentimiento porque sé que hacerlo es intentar descifrar el papel que juega este en mi vida.
El desamor añejo me amarra (tampoco es un nudo que no se desanuda), no es porque quiera volver a vivir aquello, o porque quiera enmendar algún error, no porque sienta lo mismo después de los años, sino más bien porque el desamor te enseña y te inquieta el alma, porque ya amar no es algo que se da forma fácil, no es algo que se muestre sin un mínimo de protección para el corazón...
Quizás lo más difícil es tomar consciencia del momento justo para entregarse sin restricciones, saber cuando en medio de todas esas señales como las que son construidas por nuestros anhelos, las que son reales, incluso aquellas que te hacen dudar internamente, cuando en medio de aquella mezcla saber tomar esa decisión y parrafraseando a Delgadillo, cuando poder decir: Estoy dejando de callarme que te amo. Porque no es tan sencillo como sentirse a gusto, disfrutar escucharla, encontrar coincidencias o sentir esas ganas terribles de besarla y darle un abrazo de amante, no, no es tan fácil. Y es aquí, cuando nos damos cuenta que no es solo ese sentimiento, sino que entran en juego una serie de cosas, y entre ellas está el papel de nuestra historia, la cual juega un rol importantísimo y dentro de la misma, innegablemente está el desamor.
El desamor no solamente acarrea la tristeza, no solo trae la nostalgia inevitable, sino que deja una cierta manera de asumir lo que se siente con cierto temor, con cierto recelo, como tratando de acercarse pero midiendo cada paso, con una cautela insoportable, pero necesaria para protegerse. El desamor es como aquella vivencia que la mayoría de los niños y niñas tienen con las puertas de la casa, misma que te lleva a tener cuidado, porque las puertas estarán ahí siempre, abriremos y cerraremos muchas puertas durante toda nuestra vida, pero el día que nos majamos, tomamos consciencia de que el impacto de la puerta en nuestras manos resulta ser muy doloroso. De la misma manera nos enseña el desamor.
Por eso el desamor es una compañía necesaria que nos enseña a discernir cuando obedecer los impulsos del sentimiento y cuando conscientemente decir como Pablo Neruda: Para que nada nos amarre, que nada nos una..

lunes, 11 de abril de 2011

Chelles, dos minutos, dos copas..


Déjame que te cuente mis miedos y mis sueños, déjame escucharte y mirarte, déjame ser cómplice de sueños y locuras..
Compartamos nuestras voces en estas calles silenciosas y desoladas de este San José, bebamos el vino del encuentro, hagamos el brindis por la vida, por sus historias y por las coincidencias! Celebremos este momento donde rompemos con esa monotonía, sigamos la ley de aquellos versos del poeta uruguayo de la palabras simples. Vivamos, repitamos, encontrémonos..

martes, 5 de abril de 2011

Lloviendo en Abril




Nadie sabe,
nadie advierte,
cuando en detalles pequeños
viene la nostalgia de algún largo viaje.


Ella llega,
se instala,
no pide permiso,
solo te acompaña...

Así,
de pronto,
como un aguacero en Abril,
Gota a gota,
tocando las fibras del sentimiento...

Y dejando charquitos en cada parche desnudo del suelo.
Gritando desde cada espejo el reclamo del propio rostro que por todo pregunta...

Un abril que se llena de quizás ensordecedores,
que retumban en los sentidos,
y que impactan como esas gotas que corren presurosas al encuentro inevitable de su destino...


‎...Fundirse con las raíces en el suelo,
cada vez más profundo...
Cada vez más oscuro

Fin

Poema escrito de la inspiración de ambos, en un abril de nostalgia.

Ana Beatriz H.

Diego Zúñiga.
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